La última reforma del Arenas ha sido un desastre y el local ha perdido casi todo el encanto. Ahora parece un bar poligonero sin mucha gracia. Los dueños anteriores al menos mantenían el encanto
del local, aunque sudaban mucho y respondían con monosílabos. Con la nueva propiedad se ha convertido en un totum revolutum, la parroquia es la misma de siempre ( con lo que eso implica, "he
visto cosas que no creeríais" ) y no hay nada que pueda destacarse. Solo voy si tengo una necesidad urgente de café.