Al Bosch le sobran siempre el prefijo "Café". Incluso el de "Bar". El "Bosch " es el "Bosch" desde que el Viejo tomaba gintonics (cuando aún no existían los gintónics) en una de las mesas de la terraza , de esas que están pegadas a la puerta ( el resto de mesas de la terraza ya no son el Bosch).
Cuando el Viejo iba al Bosch la barra estaba al otro lado, el suelo lleno de servilletas de papel arrugadas y se podía fumar. Aún no había acometido ese despropósito de ampliación al local de al lado ( WTF?) ni ese restaurante en la planta de arriba en el que no pienso poner un pie.
El Bosch son sus camareros. Observar sus codigos no escritos. Adjudicarle un mote a cada uno de ellos. Ver sus miradas cómplices cuando entra una guiri estupenda y pregunta dónde está el baño. Notar la violencia contenida cuando uno de ellos coge un servilletero de la mesa que gestiona el otro.
Si uno tiene mucha suerte y persevera hasta puede establecer algún tipo de relación amigable ( que no amistad) con alguno de ellos. En mi caso, tras dos años pidiendo cada mañana uno de queso y café con leche, un camarero me preguntó si tomaría "lo de siempre, ensaladilla". A partir de ahí, alguna broma o chascarrillo, incluso un vasito de agua con el café ( " no te acostumbres"). Cuando uno tiene su camarero del Bosch ya ha alcanzado la cima.
El Bosch son sus camareros.